martes, 17 de junio de 2014

Tratado de entrañeza

Me envía mi buen amigo Mario Martín Gijón su último poemario, Tratado de entrañeza, que acaba de publicar en la editorial Polibea, y que aparece no mucho después de Rendicción, publicado por Amargord en 2013, que he reseñado en el último número de la revista Turia, y del que también di cuenta en este blog. En la crítica de Rendicción en Turia, escribo lo siguiente: "Las palabras son, en manos del poeta, barro léxico, esto es, materia plástica, entidades articulables, de cuyo interior pueden surgir, telescópicamente, otras palabras, o su negación. Las palabras se quiebran, se desatornillan, se desmenuzan: caen como arena en la superficie de la página, o como mosaicos desmontados, con cuyas piezas se arma un nuevo rompecabezas. (...) Esta constante manipulación lingüística exige del lector una atención no menos encarnizada. Recorremos los versos con las pupilas como ganchos, para aferrarnos a todas las posibilidades de interpretación que nos ofrecen, o que nos reclaman. Casi cada palabra es un depósito o matriz de otras palabras y, por lo tanto, de otras realidades, de otras ramificaciones de lo existente. Nos detenemos en ellas para extraerlas, y con lo que hallamos dentro componemos un nuevo mensaje, una nueva emoción. La lectura es trompicada, porque Martín Gijón quiere que lo sea. El poeta aspira a que nos enzarcemos en su discurso de un modo opuesto a como nos sumergiríamos en un río: siendo conscientes, incluso dolorosamente conscientes, de lo que cada palabra sugiere, de lo que cada palabra es, y, más importante todavía, de cómo esa pluralidad de opciones corresponde a una diversidad existencial. Martín Gijón nos comunica la inacabable extrañeza de ser y sus vívidos claroscuros: la complejidad sin fin de la conciencia. Hace con ello un gran servicio a una comprensión civilizada del mundo: si nos paramos a pensar, porque él nos los pone –nos lo grita– delante de los ojos, que hay en las cosas mucho más de lo inmediatamente perceptible, y que lo perceptible, y lo pensado, solo existen gracias al lenguaje, esto es, gracias a los infinitos meandros y combinaciones de la palabra, acaso aceptaremos mejor, como otra posibilidad de la existencia, cuanto nos lacera, o nos aísla, o no comprendemos. Lo previsible, lo consolidado del lenguaje tiene poco sentido en Rendicción". Tratado de entrañeza prosigue en esta línea, acaso más radicalmente todavía, porque en este poemario no hay composiciones exentas de las arduas -y feraces- manipulaciones del poeta: todas presentan las fracturas, inserciones y desdoblamientos característicos, hasta hoy, de su literatura. Reproduzco, por ejemplo, el poema "La voz e(n/x)trañada", cuyo título explicita la paronomasia del título del libro:

le désir / el decir
                          realisable
que corta
                se(a)
hasta la e(n/x)traña
de la(s) lengua(s)

como un ósculo oscuro
grabado sobre p(ap/i)el.

Mario me ha contado que algún editor insigne ha considerado estas formas anómalas artificios vanos. A mí otro editor, no menos insigne, me dijo de los poemas en prosa de Bajo la piel, los días que era un atrevimiento llamarlos poemas, supongo que porque contenían demasiada prosa. Quizá fuera divertido reunir en un libro los rechazos -y, sobre todo, los motivos de esos rechazos- que hemos recibido los escritores de los editores. Daría, creo, para unas buenas carcajadas, aunque, cuando el rechazo se recibe, no suscita la menor sonrisa. El primer relato publicado de Charles Bukowski se inspiró, precisamente, en una de las muchas notas de rechazo que había recibido, la primera que explicitaba los motivos de su decisión. Polibea ha tenido el buen gusto de entender que los artificios de Mario no son vanos, sino sustanciales, y muy perturbadores. Tratado de entrañeza está precedido por un excelente prólogo de Rafael-José Díaz, que subraya "el nacimiento de un lenguaje nuevo", esto es, "la invención de un código surgido a raíz de una necesidad profunda", y que aún va más allá: hasta "una nueva fundación del acto de la lectura" (el título del prólogo, "Agri(e/a)tada palabra", reproduce los mecanismos lingüísticos del libro; lo mismo hice yo en mi reseña de Rendicción, que titulé "Poe(a)mario": Mario nos impregna de sus hallazgos). Tratado de entrañeza incluye seis fotografías de Monika Dumanska, entre las que reconozco dos: la de la fachada semiderruida del antiguo monasterio franciscano del Espíritu Santo, en Hoyos, bajo cuyo escudo de armas se acumulan las zarzas, y sobre el cual se despliega un cielo muy azul, cuajado de nubes muy blancas; y uno de los dormitorios de nuestra casa en Hoyos, donde Mario y Monika se alojaron hace un par de años, en una de sus visitas. La fotografía es deliberadamente borrosa, pero reconozco la cama, con su cabecero y su pie de forja (que trajimos esforzadamente de Cañaveral, otro pueblo cacereño, donde languidecían en un altillo polvoriento), y la mosquitera extendida, que preservó a nuestros huéspedes de la ferocidad de los culícidos. A un lado, una figura humana -es Mario- se inclina para coger o recoger alguna cosa. Este es el poema que sigue a la foto de nuestra habitación, "En s(o/u)ciedad":

abdi
       can(d/t)o
de lo que fui
vener
         ando [por
caminos
            errados
borrados [from borrow]
encogiéndome
de hombre
               gan(an)do aún
(por)
el (des)precio
del a-s(e/i)ntimiento
                              me
a mi sangre

2 comentarios:

  1. Gracias, Eduardo, por tu generosa y pionera reseña. Supongo que te llevarías una sorpresa al reconocer esas dos fotos... Un abrazo desde la calenturienta Cáceres

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    1. Pues sí, fue una sorpresa, pero muy agradable. Recuerdo que el dormitorio y, sobre todo, la mosquitera os gustaron, así que no me extraña. Seguimos contribuyendo, poco a poco, a la difusión de Hoyos por el universo mundo. Y a la de tu poesía. Y yo me alegro por ambos.

      Un gran abrazo.

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